jueves, 18 de febrero de 2010

¿Qué quiere tomar?

CHICO: ¿Qué quieres tomar?

CHICA: Me apetece un Martini.

CHICO: ¿Blanco o negro?

CHICA: Negro, por favor

El chico se dirige hacia el camarero.

CHICO: Matías, cuando puedas un Martini negro y un quinto. (Se gira dando por hecho que el camarero le ha escuchado y se dirige nuevamente hacia la chica) Bueno, pues aquí estamos.

CHICA: Aquí estamos (Repite ella, sonriente).

CHICO: ¿Quién nos lo iba a decir? (Entona en una mezcla de pregunta y exclamación)

CHICA: Quién nos lo iba a decir… (Vuelve a repetir ella)

CHICO: Venga, cuéntame, ¿cómo te va?

CHICA: ¿Cómo me va? ¡Uf! (Exclama) ¡Qué pregunta más compleja!

CHICO: Más que compleja, genérica diría yo…


CHICA: ¿Por dónde empiezo? Digamos que si tuviese que contestar con una respuesta genérica diría “no me quejo”.

CHICO: …Pero podrías estar mejor (Responde él con una entonación de seguridad).

CHICA: Bueno, creo que siempre se puede estar mejor, ¿no?

CHICO: Sí, supongo que sí (Responde el chico, que busca con la mirada al camarero).

CHICA: Pues eso.

El camarero aparece con la botella de Martini y una copa. Sirve el Martini con hielo, una rodaja de lima y una aceituna.

CHICO: Ostras Matías, cómo cuidas a las chicas guapas.

CAMARERO: Soy un profesional (Comenta el camarero sonriente. Mientras, abre el quinto y lo pone al lado del chico).

CHICO: ¿Por dónde íbamos?

CHICA: Hablábamos de cómo nos iba.

CHICO: Ah sí… conversación superficial.

CHICA: Ja, ja, ja (Se ríe ella). ¿Qué quieres decir con superficial?

CHICO: Ya sabes, ese tipo de conversaciones que no te llevan a ningún sitio. En las que no se profundiza. En el escalafón de conversaciones rancias se lleva la medalla de bronce.

CHICA: Vaya, ¿me estás llamando rancia? (Dice ella mostrando un enfado teatrero).

CHICO: No, ya sabes que no.

CHICA: ¿Y se puede saber cuáles son las conversaciones rancias que se llevan las medallas de oro y plata?

CHICO: La de plata es la típica de la máquina de café. Vas a sacarte un café por la mañana y topas con esa persona que solo conoces de vista, que no sabes ni en qué departamento está y no tienes ningún tema en común.

CHICA: Ja, ja, ja, y parece que el café no vaya a salir nunca. Sí, estoy de acuerdo. ¿Y la de oro?

CHICO: La de oro es la de ascensor. ¡Qué incomodidad más grande!

CHICA: Ah, pues a mí me gustan. Dicen mucho sobre cómo es la gente.

CHICO: A mí lo único que me dicen es si son limpios o sucios.

CHICA: ¿Y eso?

CHICO: Porque siempre miro a los pies. ¿Por qué la gente no presta atención a los zapatos? Es muy importante llevarlos limpios.

CHICA: ¡Ups!, pues mejor no mires los míos.

CHICO: Por lo general las mujeres suelen llevarlos limpios.

La conversación se interrumpe porque el camarero se acerca, le guiña un ojo a la chica y deja en la barra una bandejita de altramuces.

CHICA: Gracias (devolviéndole el guiño).

El camarero sonríe y se da la vuelta. La chica mira al chico, que en ese momento está con cara de extasiado mirando la bandeja.

CHICA: ¿Qué pasa?

CHICO: ¡Altramuces! Hacía siglos que no los probaba. Increíble. Me acaba de transportar veinte años atrás.

CHICA: Ja, ja, ja. Eres un exagerado.

CHICO: Que sí, por lo menos veinte años… (Suspira) ¿Dónde estábamos hace veinte años?

CHICA: Pues… a ver, déjame que cuente… yo diría que en el instituto.

CHICO: ¡Qué tiempos! Un brindis por aquellos maravillosos años (Chocando su quinto con la copa de martini).

CHICA: Los mejores (Con un tono de resignación).

CHICO: ¡Cómo me gustabas en el instituto! ¡Me tenías totalmente loco!

CHICA: Ja, ja, ja, vuelves a exagerar.

CHICO: Sabes que es verdad (Tratando de mirarle a los ojos, pero ella esquiva la mirada).

CHICA: ¿Y qué me dices de ti? ¿cómo te trata la vida? (Intentando retomar la conversación anterior).

CHICO: Sigo soltero, estoy más gordo, ligo menos de lo que me gustaría, me he aficionado al póker on-line, me han ascendido en el trabajo, pertenezco a ese 1% de seres extraños que no se han dado de alta en Facebook y como dato curioso te diré que a mi edad me sigue creciendo el pie.

CHICA: Ja, ja, ja. No cambias. Siempre con tus bromas (Le mira con una mezcla de ternura y admiración).

CHICO: Bueno, ¿para qué cambiar cuando se está bien?

CHICA: Me gusta tu filosofía de vida.

CHICO: Claro, claro… (Con un tono despreciativo).

CHICA: ¿Qué quiere decir ese “claro, claro”? (Pregunta ofendida).

CHICO: Nada, da igual.

CHICA: No da igual. Habla. Para eso hemos quedado.

CHICO: ¿Hemos quedado para hablar? Vaya, y yo que me había puesto muda limpia.

CHICA: Eres tonto (riendo).

CHICO: Lo sé. Olvidé comentarlo en mi descripción. Soy tonto. De hecho soy tan tonto que voy a seguir comiendo altramuces en lugar de proponerte matrimonio.

Sin atreverse a mirarle a los ojos, se gira hacia el camarero

CHICO: Matías, nos tienes secos.