sábado, 31 de mayo de 2008

Un sábado por la mañana cualquiera

Ayer llevé el coche al taller. Después de un par de años tocaba pasar la revisión. Llevaba tiempo debatiéndome entre llevarlo al taller oficial o a un mecánico de confianza y finalmente ganó la primera opción. Todo muy profesional, desde la centralita hasta el ¿mecánico? que te explica qué le van a hacer al coche y te da un presupuesto inicial.
Ángel (estos sitios se distinguen por llamarte por tu nombre), toca cambio de filtros, bla bla bla, el importe aproximado serán 432€ más iva. Claro, que si me dices que el aire no te funciona posiblemente (como si hubiese otra opción) te subirá más. "Cualquier cosa yo te llamo" (esta frase es para enmarcar). Y sí, efectivamente me llamó, me llamó para darme la noticia de que el presupuesto se duplicaba.
Por la tarde fui a recoger el coche. "Te lo están lavando, en diez minutos lo tienes". Mientras me doy una vuelta por el concesionario. Quince minutos después, de nuevo en el taller, me entregan el coche y muy amablemente, me comenta que si estoy interesado en un par de extras (del orden de cuatrocientosypico cada uno). "No gracias, pero un llavero sí que me podrías regalar" "Es que son de gerencia, nosotros tenemos las manos atadas" (otra frase para enmarcar).
Tras conseguir el llavero (por detrás lleva publicidad del concesionario, así que no es para tanto), me entregan el coche y me voy para Santa Coloma a echar un partidico de tenis con mi hermano (ese partido da para otra historia, no por nuestro juego sino por el modelito con el que jugaba la rubia que se puso en la pista de al lado, pero lo vamos a dejar aquí...).
El partido sirvió para dos cosas. Una, cerciorarme de algo que ya sabía, que estoy gordo y debo hacer deporte. Dos, para romper mis gafas (las dejé en la mochila sin ponerlas en una funda; esto tenemos los gafotas novatos) y seguir con una semana desastrosa.
De camino a casa enfilo la Ronda de Dalt. Un coche se me pone en paralelo y me hace señales. Bajo la ventanilla, baja él la suya y me dice "te está saliendo humo". Alucino. El coche de detrás lo mismo. Me acojono, miro el panel del coche y veo la aguja del líquido refrigerante parpadeando y parándose en el piloto rojo de la parte izquierda. Tomo la salida y paro en una gasolinera. Aprovecho para comprar coca-cola y pan (esto tienen las gasolineras actuales que parecen opencors). Enchego el motor, la aguja se va al centro. Parece que todo en orden. Arranco, circulo, entro de nuevo en la ronda y la aguja comienza a descender a medida que ascienden las revoluciones. De nuevo el humo. De nuevo a buscar una salida. Paro, dejo enfriar el motor. Vuelvo a arrancar y otra vez la misma historia. Llamo al Parri (un peseto siempre sabe de coches y si además es el maestro no digamos) "yo te recomiendo llegar a casa y que mañana lo recoja una grúa del seguro y lo lleven al taller". Eso haré, es un buen consejo, gracias maestro. Con dosis al 50% de paciencia y acojone consigo llegar al garaje. Dejo el coche, que por el ruido del ventilador parece un avión y me voy a cenar. Nos cascamos una botellica de vino y a pensar en mañana.
Sábado mañana, llamo al taller. Voz femenina que tras escuchar la historia me dice que ella sólo se encarga de entregar los coches que no han podido pasar a recoger durante la semana, pero que el taller está cerrado. Bueno, me da igual que esté cerrado, yo quiero una solución, necesito un coche para este fin de semana y para ir a trabajar, y no pienso perder una mañana llevandote el coche el lunes. Bueno, déjame hacer unas llamadas a ver si puedo localizar a alguien. Quince minutos después recibo la llamada, que me pilla en el súper. Hola Ángel, lo que te puedo ofrecer (ya empiezas mal, pienso) es que traigas hoy el coche, pero no tenemos ninguno para dejarte. Claro, le digo yo, y me quedo en mitad de la montaña (el taller está en un polígono entre Badalona y Montigalà, y para más datos diré que se llama Auto Bétulo por si alguien lo quiere como mala publicidad a nivel de "servicio integral"). Me mosqueo, la chica nota que me mosqueo y queda en llamarme nuevamente. En diez minutos me llama para decirme que ha conseguido un coche. Eso sí, llama tú al servicio de urgencia de BMW para pedir la grúa, porque yo no puedo llamar por ti. Ningún problema, le digo, nos vemos luego.
Media hora después de llamar para la grúa me llaman por teléfono. Hola, soy Vicente, ¿has pedido una grúa? sí. En diez minutos estoy ahí. Efectivamente, en diez minutos ahí estaba el Sr. Vicente, un tío rudo, con cara de buenazo que te dirige una sonrisa al chocarte la mano. ¿Y qué, qué ha pasado?. Me monto en la grúa con él y le relato lo sucedido al tiempo que le voy indicando cómo ir hacia el concesionario. "Son unos cabrones" me dice. Al principio reina el silencio entre los dos, pero poco a poco comenzamos a hablar. Mi hija se compró un Ibiza, uno de estos de kilómetro cero, me cuenta Vicente. Se lo entregaron un sábado y al día siguiente perdió todo el agua. Le dije a mi hija que lo llevase al concesionario el lunes a primera hora, que le mandaría a un compañero para que la llevase, porque yo estaba en Madrid. Por la tarde me llama llorando y me comenta que le quieren cobrar 450€, ¿qué qué!!!? le digo yo, tranquila que voy para allá, que llegaré a Barcelona sobre las 19h. Así que cuando llego a Barcelona me voy directo para el concesionario. Hola, vengo a recoger el Ibiza. Ah sí!, pase por caja. ¿Por caja? tú no tienes vergüenza, se compró el coche el sábado y le disteis un año de garantía y ahora quieres cobrarme 450€??? Anda, dame el coche. Que sois una panda de cabrones.
Pues sí, le digo a Vicente, es una lástima que te tengas que poner así para que te hagan caso. Bueno, me dice él, y las navidades pasadas por poco las paso en comisaría. El día 23 de diciembre le digo a mi mujer que ya va siendo hora de cambiar la tele. Nos hacía ilusión. 3000€ de plasma, 42 pulgadas, espectacular. Imáginate nuestra ilusión con el cambio, la anterior tele tenía 24 años. Nos entregan la tele y por la noche le digo a mi mujer, vamos a hacernos unos bocatas y vemos una buena peli, ¿no?. Nos ponemos a ver la peli y a los 20 minutos !plaff! se va la imagen. Le digo a mi mujer que al día siguiente se pase por la tienda y lo comente. A la mañana siguiente yo iba con un cliente, como contigo ahora y me llama la mujer. Me dice que el de la tienda le ha dicho que llame al servicio técnico y que el hombre le ha gritado. Yo que escucho eso y miro al cliente que llevaba al lado y hombre me dice "escolti, si vol anem ara mateix". Tardé en enfilar hacia la tienda y el cliente conmigo. Cuando mi mujer dice que le han gritado es que le han gritado, ella es una buenaza. Llego a la tienda y le digo a mi mujer, tú tranquila. Me voy para el vendedor y le digo, mira, que mandes a mi mujer al servicio técnico ya me parece fatal, pero que encima le grites... Y el tío me corta gritando "oiga que yo no he gritado a nadie!!!" Pimmmmba, tal como me lo decía le solté un guantazo con la palma abierta que se fue a parar a mitad de la tienda, lo tumbé. Llevaba el tío una carpeta en la mano y toda la tienda llena de papeles. Se armó allí un revuelo, todos los clientes mirando y el tío en el suelo sangrando y amenazándome con que me iba a denunciar. A todas estas aparece un gorila y tal como le veo venir le digo, "no vengas que a ti te doy con el puño cerrado" "no, no, si yo sólo vengo a recogerle". En esas que sale de una puerta un tío trajeado con corbata y haciendo aspavientos. Qué ha pasado, qué ha pasado. Le explico al tío lo que ocurrido y mira, el mismo día, a las dos de la tarde ya tenía un plasma nuevo en casa. Y hasta hoy genial. Claro que ahora el mismo no cuesta tresmil sino mil euros, pero la ilusión que nos hizo a mi mujer y a mí poder ahorrar ese dinero y comprarnoslo...
Entre historia e historia ya habíamos llegado al taller. Bajamos de la grúa, nos da los buenos días una rubia tetona y Vicente me dice "oye, pues si no te dan un coche por lo menos te la follas". Me despido de Vicente con un apretón de manos y el tío me dice "Ángel, para lo que necesites, si cualquier día necesitas una grúa pregunta por Vicente". Gracias tío (afortunadamente en esta vida hay gente buena y competente).
Entro en el taller y me saluda una morena, más tetona aún que la rubia. Fijo que en el proceso de selección les pasan el test de Rochard, pienso. Tras media hora para redactar el contrato de arrendamiento del vehículo (sólo tenía que poner mis datos personales), me pasa con una tercera tetona (va en serio) que toma nota de la incidencia. Yo soy la administrativa con la que has hablado esta mañana, es que sólo estoy aquí para recibir llamadas y entregar coches. Vale, gracias por tus gestiones. Y sonríe, satisfecha de haber salido airosa de una situación adversa.
Así que hoy en el garaje tengo un BMW 318, no es el cayuco del Herraiz pero ya da el pego. Ahora a esperar a qué me cuentan el lunes.
"Un tío que te recoge el coche con corbata se paga" me dice el amigo Pollo. Y razón no le falta. Yo pagué ayer la friolera de 909€ por hacerle una inspección al coche que me lo ha dejado peor de lo que estaba. Ahora a ver cómo responden. Ya pueden ir sacando llaveros.

Pd: una vez leída la historia, creo que lo que pretendía ser una crítica hacia el taller se va a convertir en un punto de interés pitxorra en busca de administrativas tetonas...

Dedicado a Vicente, como diría el kuñao "un gladiador de la vida"