lunes, 25 de febrero de 2008

"Nadie chulea a Eroski"

- No he podido conseguirlo – y se hizo el silencio. Eroski permaneció en su sillón, observándome con un rostro mitad lástima y mitad admiración. Apartó la mirada de mis ojos, puso los suyos en blanco y adoptó una pose de profunda meditación.
- Mira chaval –Eroski se acercaba y yo, aunque trataba de mostrarme firme, innatamente reculaba hacia atrás. El compinche se apresuró a cerrar la puerta, supongo que con el fin de apaciguar mis gritos. El gigantón dio otro paso y de nuevo se paró. Me observó con su mirada de hielo y continuó diciendo - no se quién te has pensado que soy yo, pero te aseguro que de mí no se ríe ni mi padre.
- No es lo que pretendo, se lo aseguro – dije con voz entrecortada.
- A lo largo de mi vida he conocido a mucha gente. Cada persona es diferente, la condición humana siempre te sorprende con algo nuevo, pero hay un rasgo común entre toda esa gente con la que en algún momento me he cruzado. ¿Y sabes cuál es? – me miró y no supe si debía responder o se trataba de una pregunta retórica. Eroski hizo una pausa que parecía estudiada y continuó diciendo – Pues que nadie chulea a Eroski.
- Ok – atiné a decir, al mismo tiempo que el puño de Eroski se incrustraba en la boca de mi estómago. Doblé las rodillas llevándome los dos brazos a la parte afectada a modo de protección. Me faltaba el aire, tenía la sensación de haberme tragado algo que me impedía respirar.
- Levanta! – gritó el gitano – Levantate! – volvió a gritar, al tiempo que me cogía del pelo obligando a incorporarme. Mientras me sujetaba la cabeza con la mano izquierda cargó nuevamente la derecha propinándome el mayor puñetazo que me han dado en mi vida. Noté un “creck” y me invadió en la zona afectada una sensación de calor que me indicaba la fractura nasal de la que acababa de ser objeto. Nuevamente quise doblar las rodillas, pero esta vez Eroski no me dejó. En el instante en que innatamente me llevé las manos a la nariz, el grandullón giró su rodilla impactando en mis partes nobles. Es el último recuerdo que tengo de aquella estancia y de aquella noche.