viernes, 9 de noviembre de 2007

Frankfurt Alvar

Microrrelato por entregas. Capítulo I

"Dos horas más" pienso.

Salgo a la calle a despejarme, abandono la puta sala de espera y me doy una vuelta por el recinto. Me dirijo al edificio principal. Acabo ante la puerta de la cafetería, la miro y doy media vuelta.

Al fondo del pasillo hay dos tipos de mantenimiento charlando, voy directo hacia ellos.
Me dirijo al más alto, parece de aquí, le pregunto:

- Perdona, ¿no hay un BAR por aquí?

Me responde el otro, con un acento que parece pakistaní:

- Si, allí tienes el bar.

Dice, señalando hacia el final del pasillo por el que he venido.

- No es eso lo que el busca.

Interviene el otro fulano.

Esbozo una media sonrisa en señal de aprobación. El tipo me explica como llegar a un par de garitos que están fuera del recinto.

Mientras me dirijo hacia uno de ellos pienso: "¿Tanto se me nota?"



Microrrelato por entregas. Capítulo II

Debí darme media vuelta nada mas ver el tirador de San Miguel. Pero ya estaba dentro.

El garito es un antro y aunque el cartel de la puerta reza "Frankfurt", se parece más a una caseta de feria de esas que venden salchichas de plástico y patatas fritas a granel que a un verdadero Bar.

Pero es lo que hay y por hoy tiene que valer.

"No importa" me digo, "soy un hombre con recursos". Así que cuando el camarero se acerca le acerca le suelto:

- Una mediana

Con una tranquilidad pasmosa se dirige al fondo de la barra, abre una nevera y agarra una San Miguel Especial.


"Definitivamente, hoy no es mi día", pienso.



Microrrelato por entregas. Capítulo III


En la barra, un tío alto a pesar de tener ya más que cumplidos los sesenta intenta que el camarero se fije en una foto de la cartera que sostiene.

- Mira, este era yo (le dice). Un tiarrón.

El camarero le contesta con una mirada de soslayo y se aleja hacia el fondo de la barra.
El tipo no se amilana, tiene ganas de hablar, así que se gira en su taburete y esta vez se dirige a mí.

- Jugaba en el Club Natació Barcelona.

Me miro la San Miguel Especial aún inmaculada y la vierto en la copa, como si la cosa no fuera conmigo.

- Yo era un ligón ¿sabes? Tenia siempre un montón de chavalas detrás mio.


Lo miro y le dedico otra media sonrisa. El tipo tiene ganas de hablar, pero hoy tampoco debe ser su día.





Microrrelato por entregas. Último Capítulo.


- ¿Este que suena es el Ramazotti?

El tío sigue intentando encontrar un tema de conversación.

- Puede.

Le contesto secamente y le doy un trago largo a mi copa dando por zanjada la conversación. "¡Joder!" pienso "Si esta es la
Especial a que demonios debe saber la otra
" Agarro el botellin y le doy media vuelta buscando la etiqueta que me revele algo sobre la composición de aquel mejunje "¿Seguro que esto lleva cebada?".

En la otra parte de la barra hay un currante dando buena fe de un bocata de queso. El pesado me deja por causa perdida y se dirige a él:

- ¿Es el Ramazotti, verdad?

El currela deja por un momento el bocata para contestarle:

- Si es él. Es inconfundible.

- Pues a mi los que me gustan son los cantantes franceses. (Prosigue el pesado). Kegaaaaard.
Vocaliza dejando una "a" interminable que atestigua su dominio del gabacho.

- Si. Ese era aquel que salia con la Bo Derek ¿no?

- No ¡que va! ese era otro, no me acuerdo del nombre, pero era un cantante de segunda fila, ese nunca llegó a nada. El Kegaaard cantaba aquello de "Ju suis nuit..."


La conversación empeora, así que me concentro en la copa que tengo entre manos. Haciendo de tripas corazón le doy un segundo trago que casi la apura. Localizo al camarero, dejo caer unas monedas en la barra y suelto un "Buenas Tardes" como toda despedida.


Al salir por la puerta me doy media vuelta y me fijo en el cartel: "FRANKFURT ALVAR"
"Tendré que acordarme bien del nombre", pienso, "Para no volver por aquí nunca más".